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La Inquisición, una farsa religiosa

La Inquisición, una farsa religiosa

Entrevista al historiador Bension Netanyahu

En su nuevo libro, De la anarquía a la Inquisición, el padre del ex primer ministro cuestiona todas las más aceptadas fuentes históricas sobre el períodos más oscuro de España.


Prof. Bensión Netanyahu

A sus 95 años, Bension Netanyahu, padre del ex primer ministro de Israel, no se esconde detrás de eufemismos para arremeter con todo el peso de sus fuentes contra historiadores españoles de la talla de Américo Castro o Claudio Sánchez Albornoz, a los que acusa de una "completa ignorancia" en la Inquisición y la historia judía. Tampoco ahorra críticas contra sus colegas israelíes, ensimismados en perpetuar el mito del martirio.

A ambas academias les exige una revisión del discurso tradicional sobre uno de los períodos más oscuros de la historia de España y asegura que la Inquisición mató en definitiva a auténticos cristianos, pues los conversos se habían asimilado completamente en la segunda generación.

* * *

El trabajo investigador de Bension Netanyahu tiene un efecto demoledor sobre la historiografía tradicional española y judía. Sus investigaciones hacen añicos la "verdad" de estudiosos como Américo Castro (1885-1972), Claudio Sánchez Albornoz (1893-1984) o Antonio Domínguez Ortiz (1909-2003), a los que atribuye una "ignorancia" que demanda a gritos una revisión de sus tesis y de ese período de la historia. Un revisión, por cierto, ya iniciada hace años fuera de España, pero no precisamente en Israel.

Netanyahu acaba de publicar en España su nuevo libro De la anarquía a la Inquisición (La Esfera de los Libros, 2005 - en versión inglesa por Cornell University Press, 1997), en el que cuestiona las fuentes e interpretación que los investigadores tradicionales españoles hicieron de documentación conversa y hebrea. También aporta nueva documentación y rehabilita la que fue descartada para, según él, adaptar el discurso histórico a las necesidades políticas o religiosas de cada momento.

Haciendo gala de la objetividad con la que se ve comprometido como historiador, una objetividad que a veces le empuja a la arrogancia científica, Netanyahu arremete contra sus colegas israelíes por haber desoído deliberadamente ("no puedo decir de ellos que no las hayan entendido") las mismas fuentes, influenciados por siglos de "ideas sacralizadas" y la "resistencia" a destruir el mito de miles de conversos que progresivamente se fueron asimilando, para más adelante, ya instaurada la Inquisición, fomentar una serie de leyendas sobre un supuesto martirio en nombre del Dios que habían abandonado. Un martirio que en la mayoría de los casos no existió porque los conversos sucumbieron a su nueva identidad religiosa y a necesidades socio-económicas. Este revisionismo le ha costado a Netanyahu el reconocimiento de la academia israelí, y quizás explique el que sólo uno de sus libros (Isaac Abravanel: estadista y filósofo), haya sido traducido al hebreo. Y ello, sólo en los últimos meses.

-Profesor Netanyahu, su crítica de la historiografía tradicional no deja títere con cabeza. ¿No le parece demasiado atrevida, quizás un tanto absolutista?

-En mi nuevo libro dedico un capítulo a las teorías de Castro y de Sánchez Albornoz. Un capítulo importante porque hay que entender que la Inquisición duró 350 años y durante todo ese período los españoles fueron educados en la idea de que fue un instrumento para luchar contra la herejía, contra conversos que seguían practicando el judaísmo en secreto. Después de 350 años aparecieron nuevas explicaciones por parte de grandes académicos, si bien todos adoptaron una misma actitud que, en definitiva, apoyó la idea original.

-¿Puede ser más preciso?

-Castro creía que el factor que alentó todo el movimiento contra el judaísmo no fue religioso, sino racial. Pero nadie revisó nunca esa teoría y yo decidí hacerlo. Sánchez Albornoz fue más lejos al considerar la Inquisición una "institución satánica", pero dijo que fue creada por los judíos, no por los españoles. Para él, fue un complot judío. El caso de Domínguez Ortiz es otro, nunca recurría a una cita original y sencillamente aceptaba lo que otros decían.

-Ud. ha revisado la documentación original que han empleado éstos y otros historiadores. ¿A que conclusión ha llegado?

-Que todos están equivocados. Una completa ignorancia. Castro apoyó sus ideas en sus conocimientos del hebreo a pesar de que realmente no podía leer ni una sola frase. En realidad no entendió las fuentes bíblicas, y de esa ignorancia se originaba su idea más elemental de que los cristianos odiaban a los judíos porque éstos sentían un odio racial hacia ellos y hacia los otros pueblos. El creía que los judíos odian a cualquier gentil porque la Biblia los define como el "pueblo elegido" y de esa premisa dedujo que se ven a sí mismos como una raza superior. Pero nunca comprendió realmente la idea de "pueblo elegido" y que Dios nunca les dice que odien a nadie, sino todo lo contrario.

Para apuntalar su teoría del odio racial, Castro también selecciona citas de la Biblia acerca de las restricciones al matrimonio con otros pueblos, afirmando que los judíos no quieren mezclarse con razas a las que consideran inferiores. Pero la Biblia sólo prohíbe el matrimonio con dos o tres naciones cananeas. Con las otras no hay ningún problema. Basta recordar que Moisés se casó con una gentil, y antes que él José y su padre, Jacob. Incluso el profeta Ezequiel recuerda a los israelitas su origen amorreo y hitita, producto de matrimonios mixtos entre muchas naciones. ¿Quién ha de ser mejor fuente, Ezequiel o Castro? Hay muchas más pruebas.

Es decir, Castro estaba poseído por sus teorías de mostrar un odio racial judío para justificar una reacción similar de los españoles y en su empeño, seleccionaba frases de la Biblia y hacía de ellas teorías. Lo mismo ocurre con sus fuentes medievales. No entendía lo que tenía escrito delante. !Ignorancia, una completa ignorancia!

-¿Y Sánchez Albornoz?

-Sánchez Albornoz escribió cientos de páginas sobre la historia judía en España pero todo ideas tontas y sin fundamento. Justificaba algunas ideas de Castro y con fuentes como Alonso de Espina y Tomás de Torquemada explicaba que la Inquisición no fue creada por los españoles, sino por judíos conversos. En su teoría de la conspiración consideraba que éstos habían traicionado el complot, a pesar de que ni uno ni otro eran conversos.

El fraile Alonso de Espina, confesor del rey Enrique IV y autor de Fortalitium Fidei, recuperaba fuentes judías para demostrar que el judaísmo buscaba la destrucción del cristianismo, pero la conclusión de que era judío se desprendía de que sólo alguien con ese pasado podía tener semejantes conocimientos de fuentes como la Torá, la Mishná o el Talmud. En mi nuevo libro demuestro que Espina no sabía hebreo y que copió sus citas una por una de fuentes y traducciones castellanas y latinas, cambiando y omitiendo a conveniencia.

El supuesto origen converso de Tomás de Torquemada es también por deducción. Sencillamente dedujeron que si Juan de Torquemada era de origen converso pues también lo debía ser Tomás. ¡Absurdo! Incluso los dominicos dijeron que era mentira.

-Tampoco Domínguez Ortiz es santo de su devoción...

-Domínguez Ortiz sencillamente aceptaba las versiones de Castro y de Sánchez Albornoz. Este sí que no sabía nada. Sus tesis eran contra los conversos porque durante años fue un simple profesor de escuela y al acusar a los judíos se veía a sí mismo como un patriota, un defensor del honor de España. Sólo así pudo salir del anonimato.

-En sus palabras denota una acusación de "contaminación vocacional" en la historiografía de la Inquisición.

-Yo siempre me he preguntado por qué nadie ha escrito antes sobre las fuentes conversas y judías, por qué no han sido contrastadas. Los académicos españoles escribieron de todo, pero no de libros como el de Alonso de Oropesa, o incluso el de Juan de Torquemada, que defendieron a los conversos como buenos cristianos.

Habría que remontarse a la creencia de que los judíos eran criminales secretos, conspiradores contra los españoles. Y el origen estaba en gente como Espina, que todo lo que escribió es una mentira. Era un odio de siglos con inspiración racial y trasladado más adelante en un vehículo llamado "religión". Yo ni siquiera lo llamaría odio racial, sino histórico. Otras inquisiciones en Europa buscaron destruir la herejía, en la española buscaron destruir un pueblo por su raza.

-Si no había una persecución religiosa en defensa de la fe, ¿cómo justifica la declaración de la Inquisición y que ésta se prolongara tantos siglos?

-La Inquisición en España tuvo unos catalizadores objetivos como los pudo tener en cualquier otro país, políticos y socio-económicos pero desde luego no religiosos. Fue producto de una lucha de clases, de la envidia y el odio hacia unos conversos que, con su transformación masiva en cristianos, ascendieron socialmente y llegaron a ocupar los puestos de importancia en las ciudades, en la Corte e incluso en la Iglesia.

En su nueva condición de cristianos, disfrutaron en un principio del apoyo de la Iglesia y de la Corona, y emergieron económica y políticamente. !Imagínate cómo se sintieron los cristianos viejos! El odio fue incontenible, mucho mayor que hacia los judíos, y de ahí comenzó a emerger una teoría con tintes de odio racista; no por judeizar. Esta creencia era aceptada por alrededor de dos tercios de la población, mientras que para el resto los conversos eran completamente cristianos, incluso se casaban con ellos.

Hay numerosas fuentes conversas, judías e incluso cristianas que desmienten la existencia de conversos judeizantes, por lo menos en las cantidades que justificarían un pedido de Inquisición al Papa. Alonso de Oropesa, el obispo de Burgos Alonso de Cartagena, o Juan de Torquemada, "defensor de la fé", atribuyeron la persecución de conversos a falsas acusaciones de mentirosos, criminales y charlatanes.

-Pero los autos de fe y las crónicas de la época prueban supuestamente la existencia de falsos conversos.

-Volvemos al mismo problema historiográfico. ¿A quién creer?. Más allá de las lagunas en las fuentes e interpretaciones de Castro y Sánchez Albornoz, sería más lógico creer a fuentes externas que no estaban involucradas en la Inquisición que a sus fundadores y tribunales.

Mis investigaciones demuestran que en el plazo de dos generaciones la inmensa mayoría de los conversos se habían asimilado porque era imposible seguir una doble vida, bien porque necesitaban trabajar con cristianos o bien porque sus hijos eran educados como cristianos. Los falsos conversos debieron ser casos aislados.

Además de Oropesa y Juan de Torquemada existen otras muchas pruebas. En 1437, por ejemplo, los conversos de Aragón escribieron una carta al Papa en la que se quejaban de ser marginados de la sociedad cristiana y el Papa no vio con buenos ojos esta actitud.

-Pero fue el Papa quien eventualmente declaró la Inquisición.

-En un principio la Iglesia no alentó los pogromos. El organizador de las persecuciones de 1391 fue un señor llamado Martínez, que estaba convencido de que si les ofrecía a los judíos la alternativa de convertirse o morir seguirían el ejemplo de sus correligionarios en Francia, Alemania o Inglaterra. Pero en España no fue así y la mayoría de los judíos decidieron convertirse. De los 240.000 judíos que se vieron frente a esa disyuntiva 200.000 se convirtieron y emergieron como clase social dominante.

Para cuando los Reyes Católicos llegaron al poder se encontraron con terribles luchas entre los conversos y cristianos viejos, en particular artesanos, pequeños empresarios y sus seguidores en las alcaldías. Finalmente no les quedó más remedio que apoyar a los cristianos viejos. Era también una demanda de los frailes, que en su mayoría provenían de las clases bajas de la población, y tenían el mismo odio de sus padres. Ellos presionaron para la Inquisición, como Alonso de Espina.

-¿Cuál era la actitud de los judíos hacia los conversos?

-Los judíos consideraban enemigos a los conversos, lo que en sí constituye otra prueba de su asimilación. En 1460, el líder de la comunidad judía española, Sansón Ben Salomón Durán escribió a sus correligionarios una carta en la que les pide indulgencia y tolerancia a pesar de que era consciente de la gran hostilidad de los nuevos cristianos. ¿Por qué habría de pedir tolerancia si fueran falsos conversos?

-¿No atribuye Ud. demasiado peso a las fuentes judías, cuando a fin de cuentas el judaísmo no es menos estricto que el cristianismo con los herejes?

-Eso es un error. El judaísmo tiene leyes especiales para tratar a conversos forzados con la mayor tolerancia y exhorta a tratarlos con indulgencia y no recordarles su pasado. Son leyes promulgadas por el judío más importante de la historia, Maimónides.

Además, fuentes cristianas y conversas son un espejo de que los conversos eran buenos cristianos. Es decir, que la Inquisición no trató ningún problema serio de conversos judeizantes. Cuando hacían un auto de fe lo que quemaban eran cristianos.

-Es más que curioso que la historiografía judía sobre ese período coincida con la española. ¿Cómo es posible tantas coincidencias en el estudio de un mismo episodio desde dos ángulos radicalmente opuestos?.

-Ni cristianos ni judíos se interesaron por la defensa de los conversos como cristianos. En ambos casos ha habido siempre una resistencia a socavar ideas aceptadas durante siglos.

Los judíos las ignoraron porque estaban influidos por tradiciones sacralizadas, por su resistencia a violar la reputación de mártires heroicos. El mito procede de Italia, del testimonio de conversos que llegaban desde España huidos por el temor a ser víctimas de la Inquisición -a pesar de ser buenos cristianos- o de unos pocos que verdaderamente judeizaban. Al entrar en contacto con comunidades judías locales en busca de refugio escondieron su vergüenza de la conversión con testimonios exagerados o con historias productos de su imaginación. Muchos incluso regresaron al judaísmo para probar su fe inquebrantable.

Los cristianos lo hicieron por su resistencia a cuestionar que la Inquisición no se inspiraba en factores religiosos, sino de orden racial. Una resistencia a reconocer que la Inquisición había matado cristianos en toda regla. Es sabido que la Iglesia nunca ha tenido el más mínimo interés en el odio racial sino en que todos los pueblos se conviertan al cristianismo. Aceptar que la Inquisición tuvo una connotación racial sería cuestionar los principios más profundos de la obra evangelizadora.

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