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Cuando conocí el Israel profundo

“Cuando conocí el Israel profundo, me tocó vivir cosas fantásticas, me impresionó la capacidad que todos tienen para respetarse”
Entrevista
En su breve paso por Buenos Aires, el Maestro Miguel Angel Estrella conversó con “Horizonte” sobre la fundación y recorrido de la “Orquesta para la Paz”, primer proyecto de música-convivencia de jóvenes músicos que van desde los 18 a los 35 años, mitad de cuyos integrantes son israelíes judíos, y la otra mitad representantes de trece países árabes.

¿Cómo surgió la idea de crear la “Orquesta para la Paz”?
Surgió en el año 1988, del siglo pasado. Yo estaba haciendo una gira por Medio Oriente que culminaba en Israel (esto ocurrió durante el mes de mayo del ´88 en tiempos de la primera “intifada”) Hasta ese momento nunca había tocado en Israel. Cuando terminó la gira, me había anotado como voluntario para conocer el Israel profundo, para ir a tocar a distintos kibbutz y a pequeñas aldeas, como representante de “Música Esperanza”. Cuando conocí el Israel profundo, me tocó vivir cosas fantásticas, me impresionó la capacidad que todos tienen para respetarse. Me encontré con comunidades pequeñas en donde drusos, judíos, cristianos y musulmanes vivían con una armonía que debería ser normal. Ese fue el primer “chispazo” que tuve, y ahí nació la primera idea de crear esta orquesta. Antes, bueno, yo había dicho algunas cosas, digamos “inconvenientes”, en un concierto que había dado en Tel Aviv, ese concierto terminaba con una especie de homenaje a Simonne Signore, que había fallecido tres años antes. Ella había sido una mujer impresionante en mi vida, y en ese recital que terminaba con una pieza de Chopin, hubo un ruido... no como una bomba, pero que hacía pensar en ella, pero igual seguí tocando, aunque sentía que en el público había un cierto temor. Ahí mi “otro yo” me empezó a hablar, yo le decía: “por favor, dejame en paz que estoy tocando”, pero los nervios ya estaban presentes en todos. Lo que había sucedido, no sé porqué razón, es que mi micrófono se había caído del atril, y al caer hizo un sonido seco que me asustó a mí y que había asustado a la gente. Total, que cuando terminé de tocar el público se levantó y me gritó de todo, yo recogí el micrófono del suelo y dije: “Muchas gracias, como músico estoy muy feliz por haber tocado con ustedes, pero déjenme que les diga algo; yo soy sudamericano, por ende creo en los aparecidos, y fíjense que para mí este sonido seco de hace un momento, fue un taconazo de Simonne Signore, que era una mujer muy temperamental. Ella, judía, venía a decirles a ustedes no hagan lo que hacen con los palestinos”. El ardor que había en esa sala se convirtió en un témpano, y... lo pagué bastante caro; nunca más me invitaron a tocar en Israel y se había suspendido, además, un concierto que tenía que dar en Jerusalem, en el que tenía, porque soy cristiano, mucha pasión en dar. Entonces me habló a los pocos días el cónsul francés en Jerusalem y me dijo que había hecho lo posible para que se pueda llevar adelante el concierto, pero que no había obtenido ningún resultado positivo, y entonces me invitó a conocer la ciudad sagrada. Al llegar, después de recorrer los lugares santos de la ciudad con un cura mexicano, fui a almorzar con el cónsul, que tras saludarme me dijo: “creo que no hay micrófonos acá, pero eso nunca se sabe. Yo quiero transmitirle un pedido de Naciones Unidas; quieren que usted sea testigo de lo que pasa en los campos palestinos. Allí no se puede entrar, pero si usted está dispuesto yo lo puedo acercar a Gaza en coche diplomático, y ahí aborda una camioneta de Naciones Unidas que lo llevará”. Yo acepté inmediatamente, pero la información se había filtrado, y nos esperaban, cerca del cruce con Gaza, unos jeeps del ejército israelí. En ese momento vimos que se nos acercaba la camioneta de Naciones Unidas, y cuando frenó al lado nuestro, yo salté a ella, e inmediatamente enfiló a Gaza. Como el ejército israelí había destruido esa mañana un puente que nos comunicaba más rápido con Gaza, nos vimos obligados a hacer un largo rodeo para entrar. Ese rodeo me permitió ver cosas muy tristes, escenas que me recordaban al año ´76* en la Argentina. Una vez en Gaza, me puse a charlar con varias parejas jóvenes de palestinos. Sólo el varón hablaba, y cuando les preguntaba qué hacían frente a tanta humillación, ellos me respondían: “hacemos hijos, para que algún día seamos más en esta tierra”. A la noche se armó un concierto clandestino en el local de la ONU, porque se había conseguido pasar un piano que llegaba disfrazado como un mueble. Era mi primera entrada en ese Medio Oriente complejo y rudo, salí con la determinación de crear la orquesta. Cuando llegué a París, le comenté la idea al entonces presidente Francois Miterrand, y a distintos rabinos, imanes curas, y también la expuse en diferentes coloquios de música a los que fui invitado en distintas partes del mundo. Todos me decían que era muy difícil y muy riesgoso llevar adelante ese proyecto, pero yo seguía insistiendo. Pasados diez años, en 1998, Francisco Mayor, director de la UNESCO, me invitó a un programa de trabajo para realizar un proyecto cultural que se identifique con la paz. Yo presenté ocho proyectos, que son de “Música Esperanza”, en esas jornadas, y para mi gran sorpresa, esos ocho proyectos fueron seleccionados por mis colegas, y sacaron dos, la “Orquesta para la Paz”, y la “Formación de Músicos Sociales”, como programas faro, y allí empezaron a abrirse las puertas. A partir de allí, mi vida profesional como concertista dio prioridad al Medio Oriente.

¿Quién financia la orquesta?
La primera gira fue financiada, casi en su totalidad, por el gobierno francés. En la segunda, en cambio, así como en la tercera, estuvimos librados a nosotros mismos. Empezamos a “vender” la orquesta porque a los músicos se les paga una beca de 1.000 euros, más viaje y estadía. Por suerte algunas municipalidades francesas aportaron dinero. La Comunidad Europea está muy conforme estructuralmente con esta orquesta, pero no recibimos ningún apoyo de ella.

¿La UNESCO no los respalda?
Para la primera gira, nos donó 7.000 dólares, el único aporte que tuvimos en concreto de Naciones Unidas. En la última gira que hicimos, en diciembre de 2003, el Estado de Israel participó donando algunos pasajes de avión. Luego la compañía aérea egipcia nos hizo un descuento muy grande, del que terminamos pagando el 25% del valor real en los pasajes; la compañía aérea jordana también ayudó un poco, y el Senado francés apoyó también esta última gira con 15.000 euros. Incluso nos invitó a tocar allí como despedida de esta gira. Yo tengo algunos amigos en la Liga Árabe a los que fui a ver, pero se negaron a cooperar. No es fácil conseguir dinero. Nosotros hacemos giras por distintos países europeos y estas se dividen en dos: las llamadas “de lujo”, donde tocamos en distintas cámaras legislativas y en importantes teatros, y las otras que hacemos en poblaciones más alejadas de las grandes capitales. Estas últimas tienen un resultado distinto por el contacto que se da con la gente, después de tocar. Las personas del público que quieran acercarse a charlar con los músicos pueden hacerlo, e incluso invitamos a intelectuales y personalidades políticas para armar charlas educativas sobre el conflicto árabe-israelí.

¿De qué países provienen los músicos que integran esta orquesta?
Provienen de trece países: Egipto, Jordania, Irak Irán, Túnez, Marruecos, Argelia, también de la étnia Kabilia, entre kabiles y árabes siempre hubo conflictos en Argelia, Líbano, Siria, Israel y también hay músicos palestinos. La orquesta está integrada por 45 músicos, 20 judíos israelíes y 20 del mundo del Islam y 5 directores también repartidos entre judíos y árabes. El repertorio es casi en su totalidad, de música de cámara, aunque también se interpretan al final de cada concierto música popular de los distintos pueblos que integran el Medio Oriente.

¿Qué tal es la convivencia entre los músicos?, ¿se discute sobre política?
Es algo extraordinario. Cuando hicimos la primera gira, no podía creer verlos a todos arriba del escenario, se me había cumplido un sueño que me llevó 14 años poder realizarlo, y los veía como a gente que no se conocía entre sí, pero con una abierta complicidad de entrada, entre una frase de un chelo y otra de un violín, había guiñadas de ojos y cosas por el estilo. Un director egipcio de esta orquesta, me dijo un día: “a mí me gusta esta orquesta, porque no se discute de política, la política la hacemos de la forma en que vivimos”.

¿Por qué motivo se presentan sólo en países europeos y no así en Medio Oriente?
Porque tengo temor de que a los músicos les suceda algo. El año pasado, la Reina de Jordania, que es una bellísima mujer de origen palestino, me escribió diciéndome que en 2003, Amán fue declarada la capital cultural del mundo árabe y me invitaba a ir con la orquesta. Yo le agradecí y le contesté que no, porque tengo muchas reticencias con las medidas de seguridad, y porque no quisiera por nada del mundo que a algún músico le pasara lago. Ojalá llegue el día en que estos temores desaparezcan, y libremente pueda viajar con la Orquesta a cualquier país del Medio Oriente.

¿Existe alguna relación entre esta orquesta y la formada también por músicos israelíes y árabes, que conduce Daniel Baremboin?
No. A Baremboin le escribí cuando estaba en los prolegómenos de la orquesta, allí le decía que no nos conocíamos personalmente y que nuestro trabajo debería estar complementado. Le explique todo el desarrollo de esta orquesta y lo invité a tocar con nosotros, como también lo hice con la pianista Marta Argerich y otros colegas, pero la verdad es que nunca me contestó, ni él ni tampoco Argerich. Inclusive, hace tiempo atrás conocí al médico de sus hijos en París, quien me hizo esta misma pregunta, y se llevó una copia de la carta para dársela en mano a Baremboin. Hasta ahora no tuve respuesta.

¿Qué planes a futuro tiene con la orquesta?
Por el momento encontrar el dinero para que se pueda seguir presentando y después, por supuesto, seguir tocando.

*El 24 de marzo de 1976, se llevó a cabo el último y más sanguinario golpe militar en Argentina, que dejó un saldo de más de 30.000 desaparecidos.

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